jueves, 30 de abril de 2009

"Hola. ¿Cómo te llamas?. Te quiero. "

El amor se sigue vendiendo. Sigue apareciendo por las esquinas y desapareciendo nada más cruzar la calle.

Actualmente, las nuevas tecnologías nos facilitan la vida. Sabemos perfectamente dónde está nuestro hijo gracias al nuevo móvil de tecnología 3G que le trajeron los Reyes Magos. Nunca nos aburriremos esperando al autobús porque en el bolso siempre llevamos la PSP con GPS y Bluetooth que decidieron regalarnos por nuestro cumple y que, todavía, no hemos aprendido a encender. Sabemos perfectamente el tiempo que hace en cualquier parte del mundo gracias a las predicciones que recibimos cada segundo en nuestro correo electrónico o si acudimos a las miles de webcams situadas a lo largo de la geografía mundial. Y no solo sirve para esto.



Ahora el amor también se vende por medio de las tecnologías. ¿Alguien ha oído hablar de "chats"? Sí, esos sitios virtuales donde los internautas se desinhiben y comienzan a hablar como si no hubiera otra persona al otro lado. Amor, amistad, sexo... ¿qué busca la gente en estos "salones"? ¿Se puede sustituir una mirada, un gesto, una voz por un emoticono? Desde luego que no. La tecnología ayuda al hombre a funcionar, facilita acciones cotidianas que antes nos costaban horas y ahora sólo nos toman segundos.



¿Quiénes acuden a estos lugares de intercambio social? No hace falta ser soltero, cuarentón y desesperado para acudir a estos sitios. Los chats están repletos de gente a todas horas que se separa en "salones" según sus intereses, ya sea buscar amistad o simplemente una conversación motivadora.


La tecnología puede ayudarnos a no perdernos de camino a una ciudad desconocida, o a solventar posibles horas de aburrimiento y de esperas a través de nuestra música favorita; sin embargo, no podemos sustituir un gesto, una palabra, un beso con teclas en el ordenador, con caras sonrientes o con diferentes fuentes de llamativos colores. El amor es eso, el amor. ¿Cómo podemos vendernos a la primera persona que conocemos sin saber realmente quién está al otro lado? No olvidemos el valor de ciertas cosas en la vida cotidiana ni las releguemos y olvidemos lo que realmente importa. Que el amor siga siendo eso. Amor.






martes, 28 de abril de 2009

Tele-enganchados

- ¡María ven a poner la mesa!
- Sí ya voy…

(10 minutos más tarde)

- María ¿no me has oído?
- Sí, pero espera que se vaya a anuncios...

Todos nos quejamos de la poca calidad que tiene la programación televisiva, pero, luego, vemos todo y somos incapaces de despegar la vista de ella. En mi opinión, salvo la ficción (ya sea nacional o internacional) y algún que otro programa de entretenimiento, todo lo demás no es que esté muy logrado. Un claro ejemplo es la programación de los viernes y sábados por la noche. ¿Qué es lo que hay? Programas "casposos" de los que podríamos prescindir perfectamente.

La tele es uno de los inventos más rentables que se han hecho en los últimos tiempos (genera unas cantidades de dinero desorbitadas), pero tiene sus inconvenientes: es una ventana que se abre a todo el mundo y a través de la cual pueden “hacer lo que quieran” con nosotros. ¿Que no te gusta tu cuerpo? Pues llama a "Corporación Dermoestética" ; ¿estás solo y no quieres estarlo? Pues lo tienes muy fácil, manda un sms y entrarás en contacto con un montón de gente de toda España que está igual que tú (y quien sabe…a lo mejor surge algo) o si no llama a un programa de televisión; ¿que quieres dar una noticia? Pues vete a cualquier programa, que te dejarán un hueco y si encima es algo morboso mejor que mejor (aunque no sea verdad). Y ahora viene lo mejor (lo peor para todos) y es que ¡no podemos dejar de verla!
La televisión ocupa muchísimo tiempo de nuestras vidas, cada español ve la tele unas tres horas y pico al día, pero siempre hay excepciones. Sin darnos apenas cuenta nos hemos convertido en esclavos de la televisión. No podemos hacer tal cosa hasta que el programa o la serie se vaya a publicidad, no podemos quedar a la tarde porque echan un capítulo de mi serie favorita y si me lo pierdo ya no me entero de nada…
Esto no puede ser así, no podemos dejar de vivir nuestra vida para vivir la de otros,. Tenemos que darnos cuenta de que lo que vemos en televisión es ficción, no es la vida real y, por tanto, no puede suplirla.
Así que no te dejes engañar y vive tu propia vida, que como dice Azúcar Moreno, sólo se vive una vez.

lunes, 27 de abril de 2009

¡Adiós, cremitas imperfectas!


Te levantas, te miras al espejo, ojeras, cara de cansancio aún habiendo descansado lo suficiente y… ¡oh, Dios mío! ¿Qué ven tus ojos? ¡Una arruga! ¡Una más! Y a partir de ahí… llega el pánico: no hay mejor medidor del tiempo que la evasión de la juventud. Rápido, ¡compra una de esas revistas “feministas” (no siempre femeninas) que tienen la solución a nuestra cara! Ahí empieza la ruina. Revista, dos euros con cincuenta, gracias. ¿Crisis?

No importa, vamos a buscar qué cremas recomienda la revista milagrosa y, otra vez, con prisas (el reloj corre en nuestra contra), a la tienda más cercana a por no uno, sino dos botes de la crema fantástica y reparadora. Contorno de ojos, crema antienvejecimiento antiarrugas, antimanchas… Anti-imperfecciones.

Cincuenta euros cada una, más o menos, contando hacia lo barato. Hombre, ya que nos ponemos, compramos en condiciones. Seguro que es mejor la crema más cara… por algo vale más, ¿no?

Has dado con la solución. Y, ya con más calma, a dejar que el potingue haga de las suyas. En los anuncios de la televisión dicen que los efectos se empiezan a ver en cuatro días. Perfecto.

El efecto lifting seguro que es eficaz. La modelo del anuncio sale monísima. Mucho retoque en postproducción, mucho foto shock y… poca edad, porque hay que ver lo joven que es la niña para anunciar cremas para mujeres de más de cuarenta. Tranquila, tú no pasas de esa edad, te quedan dos meses para entrar en la década más traumática de tu vida. Pasan cuatro días, dos semanas, un mes… tu ritual de belleza se mantiene, pero no los resultados. El segundero atormenta tu cabeza. Lees las entrevistas a las modelos

“Bebo dos litros de agua al día, no me privo de nada, aunque los excesos trato de compensarlos, hago yoga y adelgazo porque siempre voy con prisas persiguiendo a mis hijos pequeños”.
Y tú:
“Vaya, yo que sólo como ensaladas, estoy siempre detrás de mis hijos, trabajo diez horas diarias y no estoy igual… ¿De qué marca será el agua que ellas beben?”
Desesperada, compras más revistas, lees todo los trucos de belleza que ofrece Google cuando tecleas la palabra “belleza” (casi 47 millones de resultados). Cada página da una solución diferente pero todas lo arreglan con más cremas. O con cirugía: levantar pómulos, lifting, patas de gallo, aumento labial… Pero, ¡ay, no hay presupuesto para tanto arreglo que necesitas!
Cada día te levantas esperanzada: “Seguro que hoy estoy perfecta”, te animas; pero otra vez te miras al espejo y vuelves a lo mismo. ¿Te has parado a pensar con quién duermes? Tu marido tiene alopecia (y eso que en su día te dijo que ni su abuelo ni su padre fueron calvos…), está echando barriguita, se afeita cuando le obligas, se arregla si hay acontecimientos especiales y tú… le ves tan estupendisísimo como siempre, como cuando tenía 20 años. ¿Y por qué tú no te ves igual? Así que un día te levantas y decides no darte más cremas antiedad, te miras en el espejo, cada día una arruga más. Mira qué perfecta eres: tú y sólo tú contigo misma. Como dice la canción: sé que soy mucho más guapo cuando no me siento feo.


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jueves, 2 de abril de 2009

Love is in the air

El amor está en todas partes... en "Love Actually" queda más que demostrado. ¿Por qué no ha de estarlo en un plató de televisión?

No podemos saber qué es lo que les pasa por la cabeza a los concursantes de "Mujeres y hombres y viceversa", por lo que no se les puede juzgar. ¿Quiénes somos para dudar de lo que sienten? Otra cosa es que, como dice Ana, haya un guión. Todo programa de televisión tiene su guión y sus pautas, es algo necesario para que todo salga bien y no se cometan fallos de última hora. Para eso cuentan, además, con una veterana periodista como Emma García, que si para Ana se dedica sólo a mirar de un lado para otro, para los participantes significa mucho más; es la que les da la oportunidad de poder "acercarse" a su pretendiente. Sin ella dando la palabra el programa sería un caos y sería imposible de seguir.
Hay que comprender que no es fácil comportarse tal y como uno es delante de las cámaras, por eso muchas veces los tronistas y pretendientes parecen forzados y superficiales. Es casi imposible saber qué es lo que uno siente de verdad teniendo tantos focos y cámaras delante.

Pero, ¡quién sabe, a lo mejor más de uno consigue volar "A tres metros sobre el cielo"!

Por el momento, unos cuantos ya lo han conseguido.

Dígame, doctor, ¿qué tengo?

Hoy toca médico. Hace varios meses que tienes fuertes dolores en el pecho y por fin te han convencido para hacerte una revisión. Siempre has tenido miedo a los médicos, pero tu mujer ha sido más pesada que tú. Siempre supo convencerte de lo que te convenía. Y vas. El médico te hace una simple observación. Y pone mala cara. Y te asustas, claro. Porque has visto mucho "Hospital Central" y mucho "House" y a ti nadie te engaña en estos temas. Y preguntas qué pasa. Quieres saberlo. ¿O no?¿Quieres que realmente te cuente que son 3 meses y no años lo que te queda de vida?¿Quieres saber que la enfermedad que padeces no tiene cura?¿Quieres?




No siempre queremos saber la verdad. No siempre queremos darnos cuenta de que la persona en la que confiábamos nos ha engañado. No siempre queremos ver que en lo que nos basábamos para actuar en la vida era un fraude. Porque los programas de televisión nos demuestran que si no todo, la mayoría es apariencia, es estrategia y es táctica para conseguir objetivos concretos.


La verdad no siempre es buscada y muchas veces es evitada. Preferimos vivir en la ignorancia. No saber si realmente eso de lo que tenemos miedo es verdad o no. Miedo a ese dolor en el pecho. Miedo a confirmar nuestras sospechas. Miedo a no tener vuelta atrás. Miedo a no tener otro remedio que aceptarlo y vivir con ello. La verdad tiene muchas acepciones. Puede ser la naturaleza real de algo. Sin aditivos ni modificaciones. La verdad absoluta sin mediación de ningún tipo.


Ahora hay que pensar... ¿quieres que el médico te dé una palmadita en la espalda y se invente una excusa tonta con la que conformarte o prefieres que te sea sincero? Quizás esos tres meses te den oportunidad para cumplir todo eso que siempre has querido hacer. Quizás sea el momento de decirle a esa persona lo mucho que te alegras de haberla conocido o lo mucho que le deseas que se rompa una pierna. ¿Por qué no disfrutar del mejor concierto de la historia?Quizás sea la última oportunidad. Quizás saber la verdad nos haga felices.



Amor de contenedor


Dos personas en busca de amor, dos bandos: normalmente un hombre que tiene unas cuantas candidatas a pasar por el aro y “atraparle” y una mujer en busca del hombre perfecto de entre otros tantos que acuden a la macro cita.

Hombres con más masa muscular que materia gris, presumen de tatuajes, piercings y todo tipo de peinados “a la última”, camisetas tan ajustadas que dudo que la sangre pueda circular con normalidad por sus venas (tal vez de ahí venga el absurdo de sus comentarios), dicen tener mil defectos pero que son 100% sinceros con sus sentimientos y que por “ella” lo darían todo (aunque ni siquiera conocen a la chica).

En el lado opuesto mujeres jóvenes, atractivas, con vestidos elegantes y sugerentes, pintadísimas y perfectamente peinadas. Arremeten unas contra otras para llamar la atención de la presa.

Una moderadora que se dedica a mirar, escuchar a unos y otros, dar la palabra a quien la pide y decir que el amor va a surgir en plató.

Un matrimonio que juega a ser el asesor del amor. Tienen licencia para dar consejo y decir lo que piensan de todas las situaciones que se les presentan a los “buscadores del amor”.

Ninguno de estos cazadores de la pareja perfecta queda desamparado, ya que cuentan siempre con personas ajenas que apuestan a favor de unos y en contra de otros. Equilibrio conseguido. Pero aún hay más, señores: un tarotista que les echa las cartas a los ¿enamorados? para saber las posibilidades que tienen con su pareja en potencia. Ya está el pastel completo.

¿Qué es? “Mujeres y hombres y viceversa”. ¡Pasen y vean! Un programa de entretenimiento (si es que al espectador le gusta la chabacanería) por el que apuesta la cadena privada Telecinco desde hace ya varias temporadas. Muchos de los participantes, concursantes enamorados (llámese como quiera) son modelos, actores… nada nuevo. Cualquiera que vea dos minutos puede darse cuenta de que todos tienen un papel muy definido, pero que tratan de hacer natural con caras de auténtico enfado con aquel contrincante que quiere conquistar a la diana de formas mejores que las suyas y con lágrimas para mostrar la emoción a flor de piel.

Ahora el ligue que los concursantes tienen que conseguir elige al candidato para tener una cita de una hora y conocerse “a fondo”. El proceso se repite hasta que el chico o la chica encuentra a su pareja perfecta.

Durante la cita: “yo soy un hombre muy respetuoso”, “yo soy una mujer a la que le gusta viajar, conocer gente, salir a bailar”, “yo soy un hombre que lo da todo por la relación de pareja, me gusta la estabilidad”, “yo soy una chica que dice todo a la cara, soy súper sincera…”… y así un sinfín de descripciones que se desvelan a la primera de cambio; citas donde la confianza se gana por segundos (el tiempo corre y hay más candidatos con mejores guiones preparados para conquistar al objetivo). Todo irreal. Relaciones donde la naturalidad y muchísimo menos el amor, brillan por su ausencia; jóvenes azafatas, actores, modelos que buscan popularidad y fama para hacerse un hueco en televisión y dar un paso “agigantado” en su carrera. ¿A costa de qué?

Sin embargo, estos programas de citas parece que funcionan, y es que ahora la cadena Cuatro ha presentado otra joya de la corona: "Elígeme", con el siempre sonriente y estupendísimo Carlos Baute... Veremos si aguanta en la parrilla (vi cinco minutos de programa y en el primero ya estaba bostezando). Aún así hay quien los defiende.

Para gustos colores y si así quieren definir el amor, ¡por Dios!, espero no saber nunca qué significa esa palabra.

Ahora... ¿a dónde vamos a ir a enamorarnos?